SENTIDO COMÚN
Henri Bergson define al
sentido común como "la facultad para orientarse en la vida práctica".
E. Mora-Anda dice que el sentido común nos ahorra tonterías: calcula lo
probable y lo improbable, lo razonable y lo absurdo. No se atiene a reglas sino
a lo que puede funcionar y no es perfeccionista, que esto es neurótico, sino
que prefiere "lo razonable", también analizado por Lin Yu Tang en
"La Importancia de Vivir". Para Trout y Rivkin, el sentido común es
una facultad esencial de la persona: «una facultad que posee la generalidad de
las personas, para juzgar razonablemente las cosas». Yash, Hipat Roses e Imeld
lo definen como «el don provisto para saber distinguir todo lo que nos rodea:
el bien, el mal, la razón y la ignorancia.».
Sin depender de un
conocimiento esotérico, investigación o estudio, el sentido común es el primero
de los sentidos internos. Según la doctrina clásica con respecto a estos, que
los clasifica en sentido común, imaginación, memoria y estimativa-cogitativa en
el hombre. El sentido común no es el «buen sentido», «común» a todos los
hombres, es decir, la inteligencia en su actividad espontánea, o la razón en el
sentido cartesiano de poder distinguir lo verdadero de lo falso. Aunque sea una
acepción corriente, esta asimilación supone un cambio de significación con
respecto a la doctrina clásica, que configura el sentido común como un sentido,
una función del conocimiento sensible: su objeto no es abstracto y, por tanto,
no es una función intelectual. En la acepción clásica, el sentido común era la
reunión de las variadas impresiones de los sentidos.
Funciones
Las funciones que
tradicionalmente se le atribuyen al sentido común son:
- Conocer las diferentes cualidades captadas por las sentidos externos y establecer una comparación entre dichas cualidades.
- Conocer los actos u operaciones de los sentidos externos.
- Según Barbado, realiza una función más: distinguir los objetos reales de las imágenes fantásticas; se apoya Barbado para asignarle esta función en algunos textos de S. Tomás, textos cuya relación con el sentido común ha sido poco estudiada.
Un punto a determinar con
precisión es si deduce especie expresa -como el resto de los sentidos
internos-, o sólo especie impresa -como los sentidos externos-; los textos
clásicos dejan abiertos interrogantes a este respecto.
- «El sentido común es la potencia por la que se tiene la sensación de cualquier sensación externa, cosa muy distinta de la potencia por la que se tiene la «idea» de cualquier sensación. Dicho de otra manera: el sentido común no entiende, sino que siente las sensaciones externas». El objeto del conocimiento es conocido fragmentariamente por el sujeto en el conocimiento inmediato. Efectivamente el «contacto inmediato» con el objeto se realiza a través de los sentidos externos, pero estos sólo captan cada uno un aspecto de dicho objeto; el ojo no oye, ni el oído siente la dureza. La primera unificación de estas cualidades captadas se debe llevar a cabo (es lo que hace el sentido común) a través de una comparación entre ellas, que permite, a su vez, diferenciarlas... Pero esta comparación o diferenciación implica ya una referencia marcada a la unidad del sujeto que siente (debe haber algo que unifique), y por eso se dice que el sentido común «ilumina» el acto del sentido externo y lo hace «consciente» (de ahí el nombre que se le da al sentido común de conciencia sensible). El sentido común, pues, utiliza a los sentidos externos como «instrumentos» de los que se sirve para cumplir su función más eminente en orden al conocimiento del objeto.
- Nosotros conocemos nuestras sensaciones. «No sólo sentimos el objeto, sino que sabemos que lo sentimos. Ahora bien, un sentido no puede reflexionar sobre sí mismo, porque es orgánico. El ojo ve los colores, pero no puede ver su visión de los colores. Así, pues, hay que admitir una función de conocimiento distinta que tiene por objeto los actos directos del conocimiento sensible, y esto lo hace el sentido común».
Pero el sentido común no
sólo es activo por estas funciones, sino -y esto es muy importante- porque
regula la «atención sensorial», mediante la cual el sujeto dirige el oído, la
vista, etc., hacia el estímulo, para sentirlo mejor.
Es público y notorio la
carencia del sentido común en una buena parte de la población venezolana que es
opositora al proceso revolucionario. He tratado de buscar los motivos de esa
carencia, he indagado en los trastornos de personalidad que sufren y he constatado
que uno de los motivos son esos trastornos psicológicos, como la sociopatía, la
disociación, el psicoticismo, el neuroticismo, el delirio, etc, además de la aversión
a la palabra o lexema COMÚN, por asociación con la palabra COMUNISMO, cuyo
lexema es común acompañada del
morfema ismo.
Los majunches han asimilado,
por alienación (enajenación, para Marx), de la burguesía capitalista y del
catolicismo, la aversión a todo lo que tenga que ver con la palabra comunismo,
teniendo un prejuicio negativo de dicha palabra, la cual ni siquiera saben que
significa, aunque para ellos connota algo malo. Odian las palabras: comunismo, comunista,
comuna, comunero, y por antonomasia, común; y por ende no interpretan sus
significados.
De manera que, al buscar la
causa de la falta de sentido común en este grupo de individuos, no hay otra explicación
más convincente que esta. Por otra parte, es difícil hacerles entender esta situación
porque no aceptan correcciones, ya que para ellos la única verdad que existe es
la suya. Verdad que la tratan de imponer de cualquier forma, incluso aplicando
la fuerza bruta, que a mi parecer la tienen a media, o sea, solo les falta la “fuerza”,
porque la brutalidad la tienen de sobra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario