El
Plan Atlanta: la estrategia que busca recuperar el patio trasero
El político
dominicano, Manolo Pichardo, expresidente del Parlamento Centroamericano y
presidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina
y el Caribe, denunció hace ya algunos años la existencia de un plan para
expulsar del gobierno a los líderes progresistas de la región latinoamericana,
dando a conocer los detalles de lo que denominó como “Plan Atlanta” en un
artículo publicado en diferentes medios, entre ellos el periódico dominicano
Listín Diario y Vanguardia del Pueblo, órgano de difusión oficial del Partido
de la Liberación Dominicana.
En el referido
artículo Pichardo expone lo siguiente: “Sin embargo, antes de la firma de
la declaración se produjo una reunión con estos expresidentes latinoamericanos
en una suite del hotel Marriot, donde se desarrollaba el evento; aquel donde se
firmó parte de la película Flight (El vuelo) que tuvo como protagonista a
Denzel Washington. Hipólito Mejía, no participó en esta “bilateral” que
sirvió de escenario para revelar o diseñar, eso no lo puedo precisar, un plan
que se comenzó a detallar a partir de la intervención de un expresidente
suramericano que expresó en un típico lenguaje de guerra fría: “Como no podemos
ganarles a estos comunistas por la vía electoral les comparto lo que sigue”.
Entonces vienen los detalles resumidos en dos pasos; el primero que tenía como
objetivo iniciar una campaña de descrédito contra los presidentes de
orientación de izquierda o progresistas para ir minando su liderazgo. Para ello
decía contar con medios de comunicación, algunos de los cuales fueron
mencionados. El segundo consistía en transformar las maniobras mediáticas en
proceso judiciales que terminaran con los mandatos presidenciales sin que para
ello hubiera que recurrir al voto popular que les instaló en la administración
de los Estados.
Al abordar lo
que sería la segunda etapa del plan, también hubo mención de algunos nombres de
individuos ligados a las instituciones judiciales de la región comprometidos
con la conspiración que llevarían a los llamados “Golpes Suaves”, encubiertos
de juicios políticos precedidos de escándalos de corrupción, o campañas
dirigidas a ventilar supuestos comportamientos cuestionables de la vida íntima
de los líderes progresistas; incluyendo, si fuere necesario, a familiares, amigos
o allegados”.
Zelaya, el
primer ensayo
El 28 de junio del
año 2009 se ejecutó un golpe de Estado contra el entonces presidente de
Honduras, Manuel Zelaya Rosales. El pretexto para ese golpe fue la inclusión de
una cuarta urna (no vinculante) en las elecciones, para preguntar al pueblo
hondureño si estaría de acuerdo o no con una modificación de la constitución.
Diversos sectores,
entre ellos, medios de comunicación y parte de la justicia, fraguaron primero,
una campaña de descredito contra el mandatario, señalando que éste pretendía
modificar la constitución para reelegirse; y luego, a través de la justicia
emitieron fallos y ordenanzas en contra de la colocación de la cuarta urna,
amparados en la Cláusula Pétrea de la no reelección establecida en la constitución.
Como se puede
apreciar fueron ejecutados los pasos descritos por Pichardo, pero con el
agravante de que hubo que usar la fuerza militar para terminar de ejecutar el
golpe.
El pasado año el
presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, se presentó como candidato a
las elecciones presidenciales del país centroamericano, habilitado por un fallo
de la Sala de lo Constitucional de la misma Suprema Corte que estuvo en contra
de que se colocara la cuarta urna en el año 2009.
Lugo, un
golpe más estilizado
En el primer
trimestre del 2011 ya comenzaban los indicios de la campaña de descredito
contra Lugo, diferentes artículos lo acusaban de mal manejo de las cosas del
Estado y otros, desempolvaban el tema de la paternidad para presentarlo como un
irresponsable ante los distintos sectores sociales de Paraguay.
Para junio del
2012, un año después de la reunión de Atlanta, se ejecutó el golpe
parlamentario contra Fernando Lugo, bajo el argumento de mal desempeño de sus
funciones y responsabilidad política por los enfrentamientos entre campesinos y
policías ocurridos en Curuguaty, departamento de Canindeyú, el parlamento del
país suramericano le destituyó a través de un juicio político.
Repercusión
mediática de la denuncia
El desmonte de
algunos de los gobiernos progresistas de la región le ha dado fuerza a la
denuncia hecha por el Pichardo, quien también es miembro del Comité Central del
PLD, tanto así que una gran cantidad de medios de comunicación, líderes de
opinión y políticos han dedicado tiempo para analizar y hasta denunciar la
ejecución de dicho plan.
Una muestra de
ello es la denuncia realizada por el vicepresidente uruguayo, Raúl Sendic,
quien a finales de junio del 2017, dijo que los “ataques contra él parten
de una “estrategia “mayor iniciada en Estados Unidos”, en un amplio
reportaje publicado en el diario El Observador, el líder político señaló además
que “Hay un documento de un evento de una reunión que hubo en Atlanta en
donde se estableció una estrategia que incluye a la prensa, a la política y a
la Justicia(…)No contra mí, sino que tiene un epicentro en mí pero está
dirigido a sectores de la izquierda. Y el presidente tiene esa misma visión”.
Días después,
exactamente el 5 julio del 2017, el diario La República de Uruguay publicó bajo
el titular de “Lacalle detrás del Plan Atlanta” la confirmación de que el
expresidente Uruguayo Luis Alberto Lacalle Herrera participó en la reunión de
Atlanta en el 2012, dada por el exsenador del Frente Amplio, Carlos Baráibar.
Otros medios se
han hecho eco de la denuncia y presentan desde la perspectiva de sus países la
forma en como se viene ejecutando el plan.
El brasileño
Eduardo Vasco realizó una entrevista a Pichardo con el fin de recabar mayores
detalles sobre este plan. En Argentina el medio de comunicación La Razón
publicó un artículo firmado por Pablo Poggiel cual se tituló “Plan Atlanta, el
nuevo plan cóndor para Suramérica”.
Desde Cuba también
se ha estado analizando el Plan Atlanta destacándose un artículo publicado por
Guillermo Alvarado para Radio Habana, donde expresó lo siguiente “Sea lo que
sea, lo que se ha vivido hasta hoy en nuestra región pone en evidencia la
marcha de una conspiración para detener el ciclo progresista…”
Plan
Atlanta y Plan Cóndor son distintos
La gran
repercusión que tuvo la denuncia de Pichardo trajo consigo la asociación del
Plan Atlanta con el Plan Cóndor, muchos le llamaban Plan Cóndor Suave y otros
como el expresidente Rafael Correa, lo denunciaban como El Nuevo Plan Cóndor.
En ese sentido, el
denunciante tiene su particular forma de ver las cosas y entiende que estos
hechos son episodios distintos y en un artículo titulado “Plan Cóndor y Plan
Atlanta: episodios históricos distintos”, publicado en julio del 2017, el autor
echa manos al Brumario de Marx para señalar que “aunque a esta trama se le
llame el Nuevo Plan Cóndor, lo cierto es que sus características la alejan de
aquella coordinación infausta; pues su sutileza y la forma en que se concibió
en Atlanta, le dan una personalidad distinta y propia que nos hace recurrir a
la afirmación de Carlos Marx en el XVIII Brumario de Luis Bonaparte en la que
expresó, refiriéndose a lo dicho por Federico Engels, de que los grandes hechos
y personajes de la historia universal aparecen como si dijéramos dos veces, que
se olvidó agregar que una vez como tragedia y otra vez como farsa, cuestión que
se explica si atendemos a analizar los procesos políticos partiendo de los
procesos sociales, los que a su vez se generan en la forma que producimos las
riquezas, y éstas, las riquezas, determinan, dependiendo de su distribución, el
equilibrio de las fuerzas de la sociedad que marcan la dinámica de los hechos
históricos”.
Las nuevas
variantes del Plan Atlanta
El 6 de diciembre
del 2017 Pichardo pone a circular el libro “La Izquierda Democrática en América
Latina” donde hace un análisis de los gobiernos y el contexto en que se
encuentran las fuerzas progresistas y de izquierda en toda Latinoamérica.
Tanto en el último
capítulo como en el exordio del libro se trata el tema del Plan Atlanta, siendo
en este último donde el autor devela lo que a su entender es una nueva
variante, explicando que con esta se trata de lograr el poder a través de las
mismas fuerzas progresistas.
Para demostrar su
argumento pone como ejemplos los casos de Temer en Brasil, ya que siendo
vicepresidente de Dilma fue el principal promotor del golpe parlamentario
contra ésta; el caso de Almagro en la OEA, quien llegó al organismo
internacional con los votos de los progresistas y utiliza la entidad como
instrumento para desestabilizar a quienes le dieron el triunfo; o el caso de
Lenín Moreno que llegó al poder de la mano de Rafael Correa y está liderando
una cacería contra éste.
Otro caso al que
debe prestársele atención es al del exalcalde de San Salvador, Nayib Bukele, quien
llegó a esa alcaldía de la mano del Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional y hoy día es su principal opositor.
De manera que, es
fundamental prestar atención a esta variante del plan porque como dice Manolo
Pichardo en el referido libro “… en la división de las fuerzas progresistas, la
penetración de éstas o el reclutamiento de sus militantes, podría estar el
futuro de la lucha por el poder…”
Dilma,
Lula, Ortega y el avance del Plan
En el epilogo del
mes de agosto del año 2016 se formalizó la destitución de Dilma Rousseff como
presidenta de la República Federativa de Brasil, a través de un “juicio
político” sustentado en un aparente mal manejo fiscal que incluía el supuesto
maquillaje del déficit presupuestario. Este golpe parlamentario encontró un
aliado en la ralentización de la economía brasileña.
Hecho que le
permitió a los medios al servicio del Plan denunciado por el presidente de la
Copppal, ejecutar una feroz campaña contra la entonces presidenta, a los fines
de minar su popularidad hasta un punto tal que el juicio político fuera viable.
Pero la
destitución de Dilma solo fue un medio para llegar a la “joya de la corona”,
encontrando en el estallido del caso Odebrecht laexcusa perfecta para tratar de
impedir que el presidente Lula volviera a presentarse como candidato, es por
eso que con la ya famosa implicación en un caso de corrupción pasiva por
“recibir” un apartamento como “soborno” por favores a la compañía brasileña,
este se mantiene en prisión y a punto de ser inhabilitado para presentarse como
candidato.
Lo curioso es que
no se ha podido demostrar que el apartamento es de él y más aún, que haya
visitado el inmueble en algún momento. Pero para una justicia comprometida con
los sectores conservadores, parte del Plan Atlanta, como la que ejerce el juez
Moro y otros jurisconsultos del país suramericano, las pruebas no son lo más
importante y muestra de ello es que se ignoraron las declaraciones de más de 73
testigos y el juez prefirió basar su sentencia en su “íntima convicción”.
Otro presidente
que luce asediado por el avance del Plan Atlanta es el de Nicaragua, Daniel
Ortega.
Hace ya algunos
meses Ortega anunció una medida para mantener la estabilidad del sistema de
seguridad social en torno a la parte previsional y esto bastó para que los
sectores conservadores junto a las elites económicas construyeran una narrativa
que desembocó en eventos violentos organizados, conocidos como guarimabas, para
desestabilizar el gobierno. Aunque la medida fue revertida a 3 días de su
publicación las manifestaciones continúan y piden, entre otras cosas, el
adelanto de las elecciones.
Lo antes
mencionado nos hace pensar que ciertamente el estallido responde a una “crisis
de la minoría desesperada” como bien la definió el embajador dominicano Gedeón
Santos, cuando señaló que estas minorías pretenden llegar al poder sin el favor
del pueblo.
El caso de
Venezuela se ha convertido en emblemático por la resistencia que éstos han
tenido ante el intento descarado de sacarlos del poder a través de las
herramientas expuestas a través del Plan que develó Pichardo.
El atentado de la
pasada semana cambia el panorama y hace pensar que ante la firmeza del
Chavismo, los diseñadores del plan, pretenden tomar medidas más agresivas y
dejar atrás las sutilezas.
En fin, el avance
de este Plan con sus herramientas principales y la variante que hemos expuesto
en este trabajo debe ser motivo de reflexión en las fuerzas progresistas, ya
que este supone la recuperación del patio trasero con el fin de apropiarse de
las riquezas de nuestra patria grande. Para ello las fuerzas conservadoras
internas de nuestros países sirven de medio para ejecutar el desmonte de los
esquemas que nos daban identidad propia y nos hacían soñar con una verdadera
independencia latinoamericana, como es el caso del Unasur, Mercosur y la Celac.
De manera que, las
fuerzas progresistas deben dejar a un lado sus intereses particulares y poner
en marcha acciones que contrarresten el avance del Plan Atlanta, por el bien de
nuestra región.
Por Mihail García.