¡PERO TENEMOS PATRIA!
Esta
frase la hicieron famosa los majunches con la ironía de decir que los chavistas
que éramos fieles al gobierno estábamos equivocados porque era más importante
tener papel higiénico que tener patria. Hoy, muchos de ellos, se han ido del
país al que nosotros llamamos: “nuestra querida patria Venezuela”, para vivir
en otros países donde pudieran conseguir esos insumos que aquí no podían
encontrar por los efectos de la guerra económica llevada a cabo por sectores
que ellos mismos apoyan para tratar de derrocar al gobierno del presidente
Nicolás Maduro.
Pero
como cosa de Dios, el látigo de la realidad les ha caído nuevamente y han
sentido en carne propia lo que ellos han pregonado y practicado siempre, el
desprecio por los que no comparten su punto de vista político. Ellos no habían
entendido ni asimilado lo que significa la palabra: "patria"; se burlaban de las
palabras patriota, compatriota y camarada, se sentían orgullosos que les dijeran
apátridas; nunca pronunciaban la frase “mi patria” o “nuestra patria”, se referían
a Venezuela como “mi país” o “nuestro país”.
Ahora,
luego que se fueron despotricando y maldiciendo a Venezuela, a Nicolás y a
todos nosotros, los chavistas tierruos, vuelven de esos países (Colombia,
Ecuador, Brasil, Perú, Argentina, Chile, etc.) “con el rabo entre las piernas”,
dando lástima, porque gracias a sus líderes, en especial, al belitre Julio
Borges, han sufrido desprecios y maltratos por parte de esos otros degenerados
y malagradecidos suramericanos, que le deben mucho a Venezuela; la libertad, la
educación y las luces se la han dado venezolanos ilustres como Simón Bolívar,
Simón Rodríguez, Antonio José de Sucre, Andrés Bello, Hugo Chávez, entre otros.
Para
completar, el tirano, el asesino, el dictador del régimen, al que ellos odian a
muerte, resultó solidario, compasivo y con una caridad propia de un buen
dictador (¿?) al mandarlos a buscar en avión y tratarlos como cristianamente
debe hacerse, tal cual está referido por Jesús en la parábola del hijo pródigo.
Eso es una de las lecciones más sorprendentes y pertinentes de la majestuosidad
de la doctrina del socialismo cristiano.
Sinceramente,
los que nos quedamos en Venezuela, luchando y perseverando en el proceso
revolucionario, con fe y optimismo, no pensamos nunca que la salida del país de esos compatriotas apátridas, fuera
tan provechosa para desmontar sus propias y mal intencionadas aseveraciones e
intenciones. Ahí es donde los principios cristianos evidencian su divinidad y
su realidad certera, pues la salida del país fue la puesta en escena de la
teoría imperial del “éxodo por violación de derechos humanos por parte del
régimen de Maduro”, que ameritaba una “intervención humanitaria. ¡Sorpresa! la cosa
fue al revés, el mundo se dio cuenta de esa realidad gracias a los mismos
tontos útiles que fueron usados para lo contrario.
La
gran mayoría de los emigrantes venezolanos jóvenes, son los que participaron en
los actos terroristas conocidos como las guarimbas, aunque además, y paradójicamente,
hay personas no tan jóvenes que también se fueron y muchas de las cuales están
regresando con estado de salud crítico. Muchos de ellos se alarmaban solo de
pensar que podrían apoyar al gobierno y su política de soberanía alimentaria,
yéndose para el campo a cultivar la tierra y producir alimentos, pero decian: ¡Jamás! ¿Cómo
yo me voy a ir a sembrar como si fuera un mismísimo tierruo? ¿No, eso nunca?.
Otra
vez, se cumple la paremia cristiana “no digas de esta agua no he de beber”,
pues los niños (y viejos) se fueron a otros países a sembrar, prácticamente de
gratis, como esclavos en algunos casos. Pero se dieron cuenta que no hay un
país como Venezuela donde hay un estado de derecho y de justica social que
propugna el respeto a los derechos humanos, a los derechos laborales, al
derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, al derecho a la salud, etc.
Los
emigrantes venezolanos, entendieron por la praxis el significado de la palabra
patria, patriota y compatriota, y seguramente, camarada, estando aquí nunca las
pronunciaron con la connotación que encierran según la semántica, sino de forma
peyorativa e irónica; ahora la dicen con el sentido hermenéutico. Aprendieron
que ser patriota es tener arraigo con las costumbres del territorio de un país
y con sus connacionales, esperemos que también hayan aprendido a amarla como
la amamos los chavistas y desde ahora le digan NUESTRA PATRIA.
"La patria es el hombre"
Alí primera